Introducción

La evaluación de los alumnos multilingües es más compleja que la de los monolingües. Investigaciones previas (Ewijk, 2011) muestran que los estudiantes de las minorías étnicas obtienen peores resultados en la escuela cuando son enseñados por profesores pertenecientes a la mayoría étnica. Todavía no exite una razón clara para explicar este fenómeno. Sin embargo, Ewijk (2011) sugiere que los profesores informan bajas expectativas y actitudes desfavorables que probablemente afectan el comportamiento hacía los estudiantes de las minorías, induciéndolos potencialmente a rendir por debajo de su nivel de capacidad. Por lo tanto, los efectos de tener profesores de la mayoría étnica en las calificaciones de los estudiantes de las minorías parecen ser más indirectos que directos. Obsérvese que las expectativas elevadas pueden alentar a obtener resultados elevados, mientras que las expectativas bajas de los profesores desalientan a los alumnos (ibíd.). Análogamente, Hajer (2003: 26) describió el denominado efecto Pigmalión:

A menudo oigo a los profesores decir que ‘no pueden trabajar en grupo, son demasiado no independientes’. Pero si se les ocurre una tarea bien preparada y la prueban, resulta que no es tan mala. Cualquiera que piense que un alumno que no habla mucho no es capaz de mucho, pedirá menos a ese alumno. De esta manera, tienen menos oportunidades de aprender a través de la interacción y la profecía se cumple. Si en cambio entiendes que el lenguaje es algo que continúa evolucionando y que el tartamudeo es útil, puedes romper con esa idea. Si se irradian altas expectativas en los alumnos, también se afecta su bienestar y nivel de motivación, haciendo que quieran participar más activamente.” (Rosenthal & Jacobson, 1968).

Además, tanto los profesores como los miembros del consejo escolar deben tener en cuenta que la mayoría de las evaluaciones estándar se basan en el idioma de destino que el alumno aún no domina completamente. Esto sigue siendo así si la evaluación se refiere a las habilidades numéricas: Le Pichon y Kambel (2016) presentan un estudio que se centra en la conexión entre las habilidades lingüísticas y el cálculo y muestra que los resultados de una prueba de matemáticas dependen del idioma en que se toma. En otras palabras, mientras que un profesor puede pensar que un alumno obtuvo una calificación baja debido a que no es bueno en matemáticas, el alumno puede simplemente no haber desarrollado suficientes habilidades lingüísticas (todavía). Por lo tanto, los alumnos deben ser examinados en cuanto a sus habilidades matemáticas en el idioma de la escuela y en su idioma materno antes de que se pueda hacer un test diagnóstico.

Además, Le Pichon y Kambel (2016) recomendaron adaptar la prueba a nivel cultural ya que puede contener elementos de la cultura de acogida que no son conocidos por los alumnos recién llegados. De hecho, existe la posibilidad de que las evaluaciones no sólo sean lingüísticas sino también culturales. Malda y otros (2008) muestran que un sesgo cultural en las pruebas impide que éstas midan todo el potencial de un alumno. Por ejemplo, cuando se trata de recordar una serie de números, el alumno no sólo depende de la memoria, sino también del número de sílabas. En otras palabras, el lenguaje puede tener un impacto en el resultado de una prueba cognitiva.